Misa ad orientem. A ver si aprendemos a quién hay que preguntar

Los hay que poco menos que se escandalizan porque dicen que [celebrar la Misa ad orientem] es volver a lo antiguo, que huele a naftalina, y que es una falta de educación dar la espalda a los fieles. Como pueden imaginar, ante la solidez litúrgica, teológica e histórica de tales razonamientos no merece la pena exponer todo un argumentario.
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Y en lo de la falta de respeto a los fieles por darles la espalda, sí es por eso, mayor falta de respeto es celebrar dando la espalda al sagrario y a todas las imágenes del retablo. Curioso y para sacar conclusiones: es falta de respeto dar la espalda a los fieles pero no a Dios.

El post completo de Jorge González Guadalix aquí.

20+C+M+B+22

La benedizione delle case, sulle cui porte vengono segnate la croce del Signore, la cifra dell’anno appena iniziato, le lettere iniziali dei tradizionali nomi dei santi Magi (C+M+B), spiegate anche come abbreviazione di “Christus mansionem benedicat”, scritte con gesso benedetto.

The blessing of homes, on whose lentils are inscribed the Cross of salvation, together with the indication of the year and the initials of the three wise men (C+M+B), which can also be interpreted to mean Christus mansionem benedicat, written in blessed chalk.

La bénédiction des maisons, sur les portes desquelles les fidèles ont placé la croix du Seigneur, le chiffre de l’année qui commence et les initiales des noms traditionnels des saints Mages (C+M+B), qui sont aussi celles de l’expression: “Christus mansionem benedicat“, écrites avec de la craie bénite.

La bendición de las casas, sobre cuyas puertas se traza la cruz del Señor, el número del año comenzado, las letras iniciales de los nombres tradicionales de los santos Magos (C+M+B) [en algunas lenguas], explicadas también como siglas de “Christus mansionem benedicat“, escritas con una tiza bendecida.

Die Segnung der Häuser, deren Türen mit dem Kreuz des Herrn bezeichnet werden: die Ziffer des neuen Jahres, die Anfangsbuchstaben der überlieferten Namen der heiligen Sterndeuter (C+M+B), die auch als Abkürzung von „Christus mansionem benedicat“ (Christus segne dieses Haus) zu erklären sind. Sie werden mit gesegneter Kreide geschrieben.

Natalia Sanmartín: «La comunión en la mano es un caballo de Troya en la Iglesia»

Infovaticana entrevista a la periodista y escritora Natalia Sanmartín Fenollera:

Creo que la historia de la comunión en la mano es la historia de un caballo de Troya. Siempre me llama la atención que se hable tanto sobre las tensiones que vivió el Papa Pablo VI por la encíclica Humanæ Vitæ y tan poco sobre las que le produjo este conflicto y sobre el modo en que intentó reconducirlo. Durante su pontificado, él reafirmó la que sigue siendo la ley general de la Iglesia en este ámbito, la comunión en la lengua, y estableció un indulto, una excepción, para resolver el problema de algunas regiones donde la comunión en la mano se practicaba en abierta desobediencia a Roma, entre ellas Bélgica, Holanda y Alemania. La decisión le produjo mucho sufrimiento, porque no era partidario de la medida, como tampoco lo fueron la mayoría de los obispos que consultó antes de tomarla. Temía que hacerlo debilitase la fe en la presencia real de Cristo en el sacramento, un temor que él mismo confirmó más tarde y que le llevó a limitar el indulto, aunque no logró evitar que la práctica se generalizase. Lo terrible de todo esto es que lo que nació como una respuesta pastoral a una desobediencia se ha convertido en una práctica generalizada y hasta impuesta, como hemos visto en esta pandemia, en la que se ha aplastado de forma intolerable la piedad y los sentimientos religiosos de todos los fieles que comulgamos como prescribe la ley de la Iglesia.
Para mí es una cuestión fundamental de adoración y de veneración a Dios. Si se cree no solo intelectualmente, sino también, por decirlo así, con las entrañas, que Cristo está realmente en el sacramento, la única actitud posible es postrarse de rodillas ante Él y recibirlo como hicieron los grandes santos, los mártires y la inmensa mayoría de los cristianos que nos han precedido.

Walter Brandmüller: ¿Nacionalismo litúrgico o universalismo?

La verdadera comprensión global de la liturgia -y esto se aplica también a la realidad en su conjunto- no es sólo un proceso intelectual. Al fin y al cabo, la persona no está formada sólo por la razón y la voluntad, sino también por el cuerpo y los sentidos. En consecuencia, aunque no se entienda cada uno de los textos de una liturgia celebrada en lengua sagrada -excluyendo, por supuesto, las lecturas bíblicas y la homilía-, todo el acontecimiento – el canto, el mobiliario, los ornamentos y el lugar sagrado, siempre que den expresión adecuada a la celebración – toca la dimensión más profunda del hombre de un modo mucho más directo de lo que pueden hacerlo las palabras comprensibles. A diferencia de la época [pasada], esto es mucho más fácil hoy en día, ya que quienes asisten a Misa ya conocen la estructura del rito y los textos que se repiten en la liturgia, por lo que cuando asisten a una Misa en latín saben bastante bien de qué se trata.

Por lo tanto, que se deba rechazar el latín como lengua litúrgica porque no se entiende no es un argumento convincente, sobre todo porque, a pesar de todas las dificultades que conlleva la traducción, la liturgia en lengua vernácula no debe ser abolida. Sólo que, como dice el Concilio Vaticano II, tampoco se debe abolir el latín.

Por otro lado, ¿cuál es la situación de la “participatio actuosa”, es decir, la participación activa de los fieles en la celebración litúrgica? El Concilio prescribe que los fieles deben ser capaces de cantar o recitar las partes que les corresponden también en latín. ¿Es demasiado pedir? Si se piensa en lo familiar que son las palabras de los textos del Ordinario de la Misa, no debería ser difícil reconocerlas detrás de las palabras latinas. ¿Y cuántas canciones inglesas o estadounidenses se cantan y entienden de buen grado, aunque estén en un idioma extranjero?

En definitiva, la “participatio actuosa” significa mucho más que un mero hablar y cantar juntos: es más bien hacer propia, por parte del cristiano que participa en el servicio, la misma disposición íntima del sacrificio al Padre, en la que Cristo se dona al Padre. Y para ello es necesario, en primer lugar, lo que Johann Michael Sailer ha definido como el idioma fundamental de la Misa.

En este sentido, el Misal en latín también es necesario desde el punto de vista práctico: el sacerdote que viaja a países cuya lengua no conoce debe poder celebrar la Santa Misa también allí, sin verse obligado a hacer acrobacias lingüísticas indignas de una liturgia.

En resumen: hay que desear que el Misal Romano en latín esté presente en todas las iglesias.

Traducción tomada de aquí.
Texto original en alemán aquí o aquí (págs. 192-196)